LA OBRA


Pan Bendito, Stolichnaya y La Negra, hartos de llevar una vida pobre y carente de oportunidades, deciden forjarse un futuro más provechoso en el ámbito del crimen. Su sueño es montar una empresa de sicarios y extorsiones con la que ganar mucho dinero al margen de la ley. Como en toda profesión y antes de dar sus primeros pasos recibirán asesoramiento de un instructor que les enseñará todo lo que necesitan saber a través de unos estudios un tanto especiales. Estas enseñanzas, llamadas: "Máster en intervención y limpieza civil", son impartidas por el Capitán Sarasate, un coacher de origen argentino, y tienen lugar en un criadero de champiñones ubicado en una estación de metro abandonada, lugar en el que Stolichnaya, uno de los pupilos, trabaja como vigilante de seguridad. Parte de los contenidos prácticos del curso incluye un secuestro dramatizado con una víctima ficticia en un complejo empresarial. La buena, o mala fortuna, lleva a los pupilos al equívoco, perpetrando el secuestro de una empresaria real: Mara Vergara. A partir de este momento, todo da un giro imprevisto.


EL TRASFONDO
Cómete un mordisco es una comedia negra a medio camino entre el drama social y el esperpento, una tragicomedia contemporánea en la que carcajadas y risas congeladas se entremezclan a medida que avanza la acción. Si bien la historia nos es presentada mediante un lenguaje vulgar y barriobajero, bajo la dermis superficial llegamos a desentramar una realidad descarnada. Cómete un mordisco es una historia sobre aquellos que desean una oportunidad en sus vidas, aquellos que intentan jugar sus malas cartas en un juego, cuyas estrictas reglas fueron impuestas por otros, es imposible de ganar. A muchos el juego de la vida, y sus muchas bazas perdidas, les enseña que sólo es posible ganar haciendo trampas. He aquí unos tramposos dispuestos a saltarse las reglas; aunque, a fin de cuentas, unos tramposos con alma de benditos; mentes cándidas que desconocen que las leyes de la vida y la supervivencia van mucho más lejos de lo que piensan. Estos personajes de la calle son corderos que se visten con piel de lobo, en un mundo de lobos, verdaderas fieras, que se visten con piel de cordero. ¿Quién es el malo y quién la víctima en verdad? En otras palabras ¿la maldad reside en los oscuros suburbios o se encuentra en las altas e impolutas esferas? Esta historia se inclina hacia la idea de que el crimen está unido en matrimonio con ciertos linajes.

EL TÍTULO
Puede que a muchos el título de la obra les resulte extraño o les confunda; a otros les produce curiosidad. Lo que sí es seguro es que a nadie deja indiferente. Cómete un mordisco viene a significar “comer la nada”, comer el hueco de lo que ya está mordido. Como dice el personaje de Mara próximo al final de la obra:
“Hay gente que por más que intente comerse el mundo, se pasan la vida comiendo mordiscos, golpeando a puños de acero, masticando golpes”

LOS PERSONAJES
Los cinco personajes de la obra son fusión de arquetipo y realismo social; simples como los personajes de una farsa, y complejos a su vez, como los de un drama realista. Con esto me refiero sobre todo a los personajes de Pan Bendito, Stolichnaya y La Negra, los pupilos del curso. Todos ellos respiran humanidad y verdad, deseo y anhelos, miedos, odio, resentimiento, piedad. Si bien unos carecen de padre, otros carecen de madre, o simplemente se criaron en una escena familiar desestructurada, todos llevan consigo un profundo sentimiento de orfandad. De alguna manera proyectan sobre los demás la necesidad de la figura paterna o el deseo de complicidad de una hermana. Se trata de individuos que quieren llevar a cabo un propósito ilegítimo y cruel, con el que es difícil simpatizar; aunque al final llegamos a apiadarnos de ellos, hasta el punto de identificarnos a pesar de que en un principio no lo deseáramos.
En los personajes aun permanece gran parte del lirismo con el cual se pensó esta historia en un principio, de la que actualmente también se prepara un guión cinematográfico.
Cómete un mordisco iba a ser una especie de oratorio contemporáneo ubicado en una calle cortada en los suburbios, en la que los personajes jugaban a ser filósofos de extraradio, haciendo gala de su sabiduría popular; una obra coral, tan hablada como cantada, o mejor dicho, rapeada. La mezcla de ingredientes incluía un tanto del esperpento de Valle-Inclán y las luchas de poder en Macbeth de Shakespeare. Mástarde se decidió concentrar el reparto en personajes con más identidad dando lugar a lo que hoy es la obra. Aunque el lirismo que mencionaba todavía se encuentra en el personaje de La Negra, el costumbrismo a través del continuo uso de refranes por parte de Pan Bendito, y el esperpento en los “nombres de batalla” de todos ellos, excepto Mara.
Respecto a Sarasate, se le confiere el apelativo de “Capitán”, no sólo porque es quién, en apariencia, lleva las riendas, sino porque en él hay mucho del “Capitano” de la Commedia dell’arte; un hombre fanfarrón aunque cobarde. Respecto a Mara, es posiblemente el personaje menos farsesco de todos y también el único que no tiene apodo. Su nombre tiene resonancias con las “maras colombianas”, bandas organizadas mediante las que se establece una analogía con el ámbito empresarial de las grandes corporaciones. Mara Vergara se nos presenta como la víctima, que recientemente ha sido secuestrada a manos de los tres jóvenes. Por primera vez la vemos en escena encerrada en una caja de embalaje, como una muñequita inocente, una Eva de goma, una Barbie amordazada en su cajita nueva. A medida que avanza la obra descubrimos que la que parecía una mujer angelical, vestida de manera impecable, es una fiera en potencia.; una Lady Macbeth, que manipula a sus “queridos” peleles a su antojo.
Óscar Merino


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